martes, 28 de marzo de 2017

Juan Bravo Murillo y su tiempo

La elección de uno de los dos personajes, Juan Bravo Murillo o Maimónides, me ha resultado más complicada de lo que esperaba en un principio. En primer lugar me dispuse a recoger algo de información sobre estos personajes históricos a través de Internet. Tras comparar páginas muy variadas decidí realizar este trabajo sobre Juan Bravo Murillo, político, jurista, teólogo y filósofo español de ideología liberal que perteneció al partido moderado y ocupó diferentes cargos políticos durante el reinado de Isabel II. Una de las principales causas de mi elección fue el que ya lo hemos estudiado en clase, tanto a él como ha su época histórica lo que, en mi opinión, ayuda bastante a comprender los hechos que se produjeron durante su vida, las decisiones que tomó en cada momento y como afectó su gobierno a la situación de la España del siglo XIX. Además, he encontrado multitud de páginas con distintos puntos de vista donde encontrar información de forma que puedo compararlas y extraer mis propias conclusiones. Otra de las razones ha sido que, al ser un personaje más cercano a nuestro tiempo, es más sencillo ver cómo afectó a la historia de nuestro país, además de que considero que tuvo una repercusión mayor. Cabe destacar sin duda alguna el papel de Maimónides en la historia, aunque en este caso haya quedado descartado. Maimónides (Córdoba, 30 de marzo de 1138- El Cairo, 12 de diciembre de 1204) fue un médico, rabino y teólogo judío de Al-Ándalus cuyo pensamiento filosófico tuvo gran importancia en el pensamiento medieval. Una de sus frases más célebres fue; "Si Doctores más sabios que yo quieren ayudarme a entender, concédeme Señor el deseo de aprender de ellos, pues el conocimiento para curar no tiene límites”. Con esta frase queda perfectamente claro su afán por aumentar sus conocimientos, tanto en medicina como en otras ramas como son la filosofía o la teología.

A continuación encontraréis los enlaces a las páginas consultadas para más información:
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Bravo_Murillo
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/bravo.htm
http://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/6123/Juan%20Bravo%20Murillo
http://www.xtec.cat/~jrovira6/bio/bravo.htm
http://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-tic/14002996/helvia/aula/archivos/repositorio/250/271/html/economia/economistas/Bravo-Murillo.htm
https://extremenosilustres.wikispaces.com/Bravo+Murillo
http://www.andalan.es/?p=11508
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=bravo-murillo-juan
http://www.rah.es/juan-bravo-murillo/
- Apuntes de Historia de España de 2º BACH
- Resumenes de Historia de España de 2º BACH
- Texto los Opúsculos extraído de wikipedia.




Juan Bravo Murillo (Fregenal de la Sierra, 9 de junio de 1803- Madrid, 10 de enero de 1873) fue un político, jurista, teólogo y filósofo español de ideología liberal ultraconservadora que perteneció al Partido Moderado y ocupó diferentes cargos políticos durante la regencia de Mª Cristina de Borbón y el reinado de Isabel II.

Nació en Fregenal de la Sierra el 9 de junio de 1803, actualmente provincia de Badajoz. Con tan solo 12 años comenzó los estudios de filosofía en el Convento de San Francisco en Fregenal, continuándolos en la Universidad de Sevilla, donde también cursaría los estudios de teología y derecho. En 1820, coincidiendo con el pronunciamiento del coronel Riego en las Cabezas de San Juan, se trasladó a la Universidad de Salamanca, donde finalizó sus estudios. Teniendo su propio bufete de abogados, impartía clases de filosofía en la Universidad de Sevilla. Su buena reputación como abogado le llevaría a que fuera nombrado fiscal de la Audiencia Provincial de Cáceres en 1834, tras la muerte de Fernando VII, por el ministro de Gracia y Justicia, Nicolás María Garelly, que ejercía su cartera dentro del gabinete moderado de Martínez de la Rosa. Un año después pasó a la Audiencia de Oviedo pero renunció al cargo y se trasladó a Madrid, donde continuó con su profesión de abogado. Junto con su amigo y compañero de profesión Joaquín Francisco Pacheco fundó el Boletín de Jurisprudencia y Legislación en 1836, un periódico de carácter teórico y práctico.

En el mes de mayo de 1836 cayó el Gobierno presidido por Mendizábal  se creó un gabinete encabezado por Francisco Javier Istúriz que, unido a Alcalá Galiano, pretendía dar la vuelta a las políticas progresistas del anterior gobierno implantando medidas moderadas. Istúriz consiguió que la regente Mª Cristina de Borbón firmase un decreto de disolución de las Cortes, convocándose nuevas elecciones en 1837, en las que Bravo Murillo se presentaría como candidato al Partido Moderado por Sevilla. Aunque fue elegido como diputado, no llegaría a ocupar su escaño ya que el ejército protagonizó un motín en La Granja y la regente se vio obligada a destruir el gabinete de Istúriz y poner en vigor de nuevo la Constitución de Cádiz. En noviembre de 1837 las Cortes volvieron a reunirse y Bravo Murillo ocupó su escaño en Sevilla. No aceptó el cargo en el gabinete del Gobierno del conde de Ofalia ya que debía someterse a la voluntad de Baldomero Espartero, con el que no estaba de acuerdo. El duque de Frías le ofreció otro puesto que rechazó por el mismo motivo. Los siguientes gobiernos estuvieron marcados por el fuerte papel de Espartero. Destaca la intervención de Bravo Murillo ante las Cortes por los disturbios que tuvieron lugar en Sevilla en 1839, año en el que finalizó la Primera Guerra Carlista. En 1840, Bravo Murillo volvió a ser elegido como diputado pero por la provincia de Ávila. En este periodo pronunció sus primeros y famosos discursos en relación con la Hacienda en España. Ese mismo año, Espartero consiguió la regencia y Bravo Murillo se apartó temporalmente de la política exiliándose a Francia. Tan solo tres años después, en 1843, la insurrección protagonizada por los moderados liderados por Narváez, y los progresistas provocó la caída del general Espartero. Se anticipó la mayoría de edad de Isabel II, con13 años. Llegadas las elecciones, Bravo Murillo presentó su candidatura por la provincia de Badajoz, consiguiendo su escaño. El Partido Moderado consiguió la mayoría de los escaños, con el general Narváez como guía. Ante los desastrosos intentos progresistas de mejorar la situación del país, nació un nuevo Gobierno moderado, con Luis González Bravo como presidente. En las siguientes elecciones a Cortes de 1844, Bravo Murillo volvería a ser elegido diputado.

En estas nuevas Cortes se plantearía el debate sobre la renovación de la Constitución de 1837. No todos los moderados defendían la misma postura al respecto, pero la reforma era defendida por Bravo Murillo. Finalmente se realizarían algunas modificaciones naciendo la nueva Constitución de 1845, promulgada durante el gobierno de Narváez. Bravo Murillo tomó parte en los debates defendiendo activamente la postura de que los senadores debían ser designados por la reina y con cargo vitalicio, idea que inicialmente no se tuvo en cuenta pero que sería aceptada en 1857. También intervino sobre el artículo que imponía a la reina la opinión de las Cortes sobre su matrimonio, artículo que fue cambiado gracias a la intervención de Bravo Murillo. En las nuevas elecciones de 1847 se llevó a cabo una nueva Ley Electoral, que cambiaba el sistema de circunscripciones provinciales por el de distritos, lo que permitió a Bravo Murillo ser elegido diputado por el distrito de Fregenal de la Sierra, su ciudad natal.

Tras la dimisión de Istúriz, Carlos Martínez de Irujo llegó al Gobierno y eligió a Bravo Murillo como ministro de Gracia y Justicia. En este mandato de tres meses, Bravo Murillo defendió como ministro la unidad de todo sector conservador de la cámara, que sufría un duro revés por la desmembración de los moderados que derivaría en la creación del Partido Liberal. Tras gobiernos cortos e inestables, Isabel II decidió construir un gabinete presidido por Narváez y entregó la cartera de Fomento a Bravo Murillo. Recayó sobre él la obligación de establecer un patrón sólido con el que dirigir la nueva cartera. Llevó a cabo la elaboración del Boletín del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. Intervino en la enseñanza, mejorando los planes educativos en todos los niveles. Dividió el territorio nacional para regularizar las Obras Públicas completando el mapa de comunicaciones de España gracias a la finalización de todas las carreteras radiales. Impulsó el ferrocarril, defendiendo que las competencias de la elaboración del ferrocarril debían pertenecer al Estado y que éste debía iniciar la explotación ferroviaria. Sobresalió la iniciativa para la elaboración del Canal de Isabel II que llevaría a Madrid las aguas del río Lozoya. A través de s iniciativa se implantaría de manera oficial en España en 1849 el Sistema Métrico Decimal. Más tarde es nombrado por Narváez ministro de Hacienda, siendo un pilar fundamental de la Administración General del Estado. Bajo su ministerio se redactó la Ley de Contabilidad de 1850. Impulsó la creación de la Caja General de Depósitos, sin obtener el resultado esperado. Sus reformas orgánicas y burocráticas perduraron prácticamente en lo que restaba del siglo XIX.

En 1850, tras la caída de Narváez y con el apoyo de Isabel II, la mayoría parlamentaria del Partido Moderado y la influencia del papa Pío IX, fue nombrado presidente del Consejo de Ministros de España, puesto que ocuparía hasta 1852. Legó al gobierno dispuesto a imponer su ideología y su gobierno de corte tecnócrata a la totalidad de la nación. Una de sus primeras medidas fue la ratificación del proyecto el Canal de Isabel II que a día de hoy sigue proporcionando agua a los madrileños.
Uno de los procesos más importantes realizados por el gobierno de Bravo Murillo fue la firma del Concordato con la Santa Sede de 1851 en el que se establecía la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos desamortizados por Mendizábal, el retorno de los no vendidos y la financiación pública de culto y clero. El restablecimiento de las relaciones Iglesia-Estado era uno de los objetivos que perseguía el Partido Moderado desde su regreso al poder. Este mismo año comenzaría a implantar sus medidas con la intención de realizar el arreglo de la deuda pública, así como políticas orientadas a la reorganización de los servicios centrales y periféricos del Estado. Implantó la Dirección General de lo Contencioso, promovió la fundación del Boletín Oficial del Estado, realizó una profunda remodelación de los esquemas de funcionamiento de la Administración pública con la Ley de Funcionarios. El mismo año promulgaría la nueva Ley de Puertos Francos de Canarias.
Los sucesos de la revolución de 1848 sembraron el espíritu de lucha y sublevación de las clases urbanas, por los que Bravo Murillo redactó un Proyecto constitucional en 1851 con el que pretendía acabar de raíz con todos los problemas. El proyecto no fue bien visto, lo que le llevó a disolver las Cortes en más de una ocasión con la intención de poder gobernar de acuerdo a su ideología, cada día más autoritaria, que tenía la intención de eliminar el carácter liberal que tenía la Constitución de 1845. Cuando el ministro ultraconservador Bravo Murillo dio a conocer el proyecto de reforma que pretendía reforzar aún más los poderes del Gobierno frente a las Cortes y a reducir el derecho a voto a los 150 mayores contribuyentes de cada provincia, se produjo un fuerte movimiento de oposición que llevó al ministro a dimitir, con lo que se produjeron grandes distensiones dentro del moderantismo y se agudizó la inestabilidad gubernamental, el intervencionalismo de la Corona y la represión de cualquier tipo de oposición, incluso dentro de las filas moderadas. Todo ello unido a los casos de corrupción alrededor de la corte de Isabel II provocaron que Bravo Murillo se exiliase de nuevo a París. En los dos años siguientes el descontento político y social aumentó progresivamente y el ambiente era propicio para el estallido de una revolución. Muchos moderados de la facción puritana, descontentos con la influencia de las “camarillas” en la reina, la extrema corrupción administrativa, el despotismo gubernamental y el desprecio a la acción parlamentaria empezaron a pensar en una insurrección que restaurara los principios clásicos del moderantismo. La revolución que recibió el nombre de el levantamiento de Vicálvaro, encabezada por el general O’Donnel dio paso a la firma del Manifiesto de Manzanares y al inicio del Bienio Progresista, devolviéndole el poder a Espartero. Aunque poco después se produciría la vuelta al moderantismo.

En 1857, Bravo Murillo fue llamado por la reina para una consulta sobre quién podría ser el próximo presidente del Consejo de Ministros, hecho que queda recogido en los Opúsculos:  

Bravo Murillo fue elegido como presidente del Congreso de los Diputados mientras que el gobierno recaería en Istúriz. Bravo Murillo abandonó definitivamente su carrera política en 1858, tras 22 años desde sus inicios como diputado, pasando a ser ministro de Justicia, Fomento y Hacienda y presidente del Consejo de Ministros finalizando su carrera como presidente del Congreso de los Diputados. Redactó sus memorias dándoles el título de Opúsculos. En 1851 fue elegido académico de la Real Academia de la Historia. Fue miembro de Academia de Ciencias Morales y Políticas, renunciando tanto al reconocimiento como a la plaza. Se negó reiteradamente a volver a la política. La pérdida de poder de la reina y los escándalos de corrupción que salpicaron a la corte real y a la propia familia real supusieron el final del reinado de Isabel II en 1868 con la Revolución Gloriosa. Muchos políticos isabellinos recurrieron a Bravo Murillo con la intención de que lograra el regreso de la reina, algo imposible. Defendería entonces la postura católica y monárquica, llegando a fundar la revista La Defensa de la Sociedad. Murió en Madrid el 10 de enero de 1873.

COMENTARIO HISTÓRICO PERSONAL
Es indudable la enorme transcendencia de Bravo Murillo en la historia política española siendo el desencadenante del levantamiento de Vicálvaro que pondría fin a la Década Moderada. Su pensamiento político fue evolucionando volviéndose cada vez más autoritario con forme aumentaba en edad y cargo político. El proyecto de reforma constitucional que presentó en 1851 como presidente del Consejo de Ministros fue la gota que colmó el vaso y provocó la revolución. El descontento que causó la intención de Bravo Murillo de restarle aún más poder a las Cortes en pro de la Corona y restringir el derecho a voto a tan solo los 150 mayores contribuyentes de cada provincia supuso el rechazo de la oposición, de la población española y de gran parte de los propios moderados. Aunque se atribuye a Bravo Murillo la entera culpabilidad del fracaso de su Gobierno, no fue el único causante. La situación política española destacaba por una gran inestabilidad, llegando a considerarse como algo normal que un mismo gobierno no durara más de unos pocos meses. Al ser los gobiernos tan cortos, no se consiguieron grandes avances y los mismos políticos regresaban a la órbita de poder prácticamente de forma periódica. Los levantamientos e insurrecciones fueron constantes durante todo el siglo XIX.
Sin adentrarnos en temas de ideologías políticas concretas cabe destacar los proyectos  realizados o en los que participó Bravo Murillo que han perdurado o que han tenido una mayor repercusión tanto en la nación española como en sus habitantes.                                                                                                                                                                                  Tras una formación ejemplar, Bravo Murillo ocupó diversos cargos políticos a lo largo de su vida como hemos explicado anteriormente. Desde diputado a ministro en varias ocasiones, consiguió ser presidente del Consejo de Ministros y más tarde del Congreso de los Diputados.
Como ministro de Fomento, Bravo Murillo mejoró los planes de enseñanza tanto general como universitaria, completó el mapa de comunicaciones de España gracias a la financiación de todas las carreteras radiales, dio un gran impulso al ferrocarril e inició el proyecto de creación del Canal de Isabel II que finalizó siendo ya presidente del Consejo de Ministros. El canal sigue en funcionamiento en la actualidad, proporcionando a los madrileños agua procedente del río Lozoya. En 1849 implantó oficialmente el Sistema Métrico Decimal, indispensable hoy en día. Uno de sus proyectos más importantes fue la firma del Concordato con la Santa Sede que calmó el descontento de la Iglesia por las desamortizaciones anteriores. También en 1852 promovió la fundación del Boletín Oficial del Estado (BOE) que se conserva en la actualidad con el mismo nombre. La ley de Puertos Francos de Canarias le garantizó la admiración de los canarios, todavía observable en los nombres de varias calles.

Personalmente me ha parecido un trabajo de investigación histórica bastante interesante debido principalmente a que al ver la biografía de Bravo Murillo me ha sido posible conocer y comprender mejor tanto su política como su periodo histórico, así como se puede observar su evolución política e ideológica a lo largo de su vida y cómo ello afectó a España.

lunes, 6 de marzo de 2017

COMENTARIO: LA TIERRA Y LA CUESTIÓN SOCIAL



El texto es un fragmento de una fuente secundaria por lo que se trata de un texto historiográfico. Su contenido es político, social y económico. Su autor es Joaquín Costa, el mayor representante del movimiento intelectual decimonónico español conocido regeneracionismo. El texto tiene un carácter público aunque está destinado especialmente a personas cultas, políticos e intelectuales. Su propósito es hacer reflexionar a éstos sobre las verdaderas necesidades de la población española. Se trata de un fragmento de "La tierra y la cuestión social", escrito en 1902, aunque en el texto pone como ejemplo las circunstancias de la España de 1837.

El tema del texto es la necesidad de afianzar la libertad de la población española basándose en la educación y en la reforma de la economía, concretamente de la agricultura. El autor comienza afirmando que el sistema liberal no funciona porque se ha implantando superficialmente, en las ideas pero no en la práctica. Denuncia que no se han tenido en cuenta las verdaderas necesidades de la población: instrucción y alimento, y que, a raía de ello, la población española no es capaz de utilizar correctamente su soberanía nacional, es decir, votando según lo más conveniente para ellos. Los españoles pierden su libertad en primer lugar al carecer de educación, ya que no son capaces de reflexionar sobre lo que les es más favorable y aplicar dicha reflexión en las urnas. En segundo lugar, los españoles pierden su libertad debido a la poca productividad de las tierras unido a su mal reparto, lo que provoca que la conciencia de la población quede en manos de aquellos que controlan su "estómago", es decir, de los que tienen el poder sobre las fuentes de alimento. De este modo, si no se educa a la población y no se reforma la economía, el pueblo español no tendrá libertad real y será dirigido por otros sin tener en cuenta lo que beneficiaría a la población. Joaquín Costa finaliza diciendo que esta misma situación ya se dio en 1873 y que los gobernantes de la República supieron detectar el problema en su momento y realizar las reformas convenientes (políticas y sociales). Compara la respuesta de los hombres de Estado de 1873 con los de su actualidad (1902) para demostrar como solucionar estos problemas aunque en este momento exista una mayor acumulación de problemas que antaño.

El texto, escrito cuatro años después del desastre del 98, en 1902, muestra una visión crítica de la actuación del gobierno español, ya que una de las causas de la guerra en Cuba y Filipinas fue, entre otras cosas, la desigualdad en temas económicos, políticos y sociales y la búsqueda de libertad.
La pérdida de las últimas posesiones coloniales sumió a la sociedad y a la clase política española en un estado de frustración y desencanto. Significó para quienes la vivieron, la destrucción del mito del imperio español. Mientras que las potencias europeas construían vastos imperios coloniales en Asia y África, España quedaba relegada a un papel secundario en el marco internacional. La prensa extranjera presentó a España como una nación moribunda, con un sistema político corrupto, unos políticos incompetentes y un ejército totalmente ineficaz, cosa que cuajó en el pensamiento de gran parte de la población española.
Los partidos antidinásticos, republicanos y socialistas, así como los nacionalistas vascos y catalanes señalaban la necesidad de reformar el sistema político canovista. La burguesía y los economistas denunciaban el atraso de las estructuras económicas de España. Mientras tanto, los intelectuales regeneracionistas (entre los que se encuentra Joaquín Costa) y los escritores de la generación del 98 señalaron las diferencias entre la "España oficial" y la real, buscando la regeneración del país "desde abajo".

La crisis del 98 fue una crisis fundamentalmente moral e ideológica que causó un gran impacto psicológico entre la población, pero también afectó a la política, a la economía, al ejército...En política se rompió la estabilidad entre los partidos dinásticos , el partido liberal se dividió y el conservador buscó una reforma del sistema. En economía la industria catalana perdió un excelente mercado así como materias primas a bajo precio, pero logró atraer los capitales de los indianos enriquecidos. Los elevados gastos de la guerra provocaron la devaluación de la peseta, la inflación, el aumento del déficit del Estado y la necesidad de aumentar los impuestos y reformar la Hacienda. El ejército, humillado, exigió una modernización del armamento para recuperar el prestigio y se puso en tela de juicio el sistema de reclutamiento de jóvenes por "quintas". Los intelectuales exigieron la regeneración des sistema, defendiendo grupos de la oposición e ideas republicanas. Los movimientos nacionalistas se expandieron en el País Vasco y Cataluña, conscientes de la incapacidad de los partidos dinásticos para modernizar el sistema.

Tras el 98 surgieron una serie de movimientos regeneracionistas que contaron con cierto respaldo de las clases medias y cuyos ideales quedaron ejemplificados en el pensamiento de Joaquín Costa, autor de este texto, que propugnaba la necesidad de dejar atrás los mitos de un pasado glorioso, modernizar la economía y la sociedad y alfabetizar a la población. Una de sus frases más conocidas fue:"escuela y despensa y las siete llaves al sepulcro del Cid". También defendía la necesidad de organizar a los sectores productivos de la vida española al margen del turno dinástico con unos nuevos planteamientos que incluyesen el desmantelamiento del sistema canovista y la transparencia electoral.